Por: José Llanos Arias
Hablar de tiempo y clima pareciera algo muy trivial, incluso en
muchas ocasiones suele ser tema de inicio de conversación para romper el hielo
entre dos personas desconocidas, por ejemplo, en el taxi, en alguna sala de
espera, en pláticas entre familiares e, incluso, en algunas escenas de
películas se convierte en tema obligado para dar paso al diálogo.
En las diferentes épocas de calor, frío y lluvia por la que pasamos
en nuestro Estado, son muchas las ocasiones en que escuchamos expresiones como
¡ahora si está haciendo más calor que en otros años!, ¡que frío hace ahora, se
adelanto el invierno!, ¡estos calorones no me habían tocado!, ¡no había visto
llover tanto, como ahora!, ¡ahora el clima, si está muy seco!, ¡el cambio
climático está ocasionando estas temperaturas tan altas!, en fin son muchas y
variadas las expresiones que escuchamos al respecto.
Así utilizamos, indistintamente, ambos términos como si fueran
sinónimos; sin embargo. Es pertinente aclarar que tienen diferente significado.
El término tiempo se refiere a ciertas características de las
condiciones atmosféricas o a ciertos valores de las variables meteorológicas
–temperatura, precipitación, viento, humedad, presión atmosférica- que se
observan en un determinado momento y en un lugar específico. Por ejemplo, los
boletines meteorológicos que elabora y distribuye diariamente el Centro de
Estudios y Pronósticos Meteorológicos de la Secretaría de Protección Civil, se
refieren a datos que deben ser empleados bajo el concepto del término tiempo.
Ya que se está indicando el valor que podría registrar la precipitación, la
temperatura mínima o máxima para un día en específico.
Por su parte el término clima se refiere al estudio de las
condiciones medias o promedio que registran los valores del tiempo un lugar
determinado y para un período cronológico especifico; es decir, el clima es
determinado por los valores que día a día toma el tiempo y que se registran en
las estaciones climatológicas u observatorios meteorológicos. La Organización
Meteorológica Mundial establece que las normales climatológicas para un lugar
deberán obtenerse considerando un periodo de 30 años.
Adalberto Tejeda en su artículo Temple, Clima y Climaterio,
publicado en el año 2002, dice: “para referirse al tiempo se usa el verbo estar,
y para el clima, ser. Al momento de escribir estas notas está nublado, lo que no
es de extrañarse porque Xalapa es húmeda”, en el primer caso se
refirió al concepto de tiempo, mientras que en el segundo al del clima.
Gracias a las condiciones climáticas algunas ciudades, también se
les conoce con otro nombre, por ejemplo: Orizaba, Ver., “La pluviosilla”,
porque en promedio se tienen numerosos días con lluvia; a Pachuca, Hgo., la
“Bella airosa”, porque existen varios días con viento, a Cuernavaca, Mor., “La
ciudad de la eterna primavera” debido a su agradable temperatura durante buena
parte del año, a Tierra Blanca, Ver., “La novia del Sol”, por sus constantes
temperaturas altas. Estas cuatro ciudades podrán tener en un determinado
momento el mismo tiempo, por ejemplo cielo despejado o nublado o un día
lluvioso, pero no tienen el mismo clima, ya que Orizaba tiene un clima
templado-húmedo, Pachuca tiene un clima templado-frío, Cuernavaca
semicálido-sub húmedo, y en tanto que Tierra Blanca es cálido-húmedo.
Bajo estas consideraciones podemos decir que el tiempo cambia
constantemente, mientras que el clima es “permanente”, debido a que nos estamos
refiriendo a las condiciones que prevalecen en promedio en un lugar. En la
actualidad, debido a circunstancias de modificación del entorno ambiental local,
o probablemente al cambio climático, el clima de algunas localidades está
cambiando.
La diferencia es tal, entre estos dos conceptos, que en las ciencias
atmosféricas existen dos disciplinas que se encargan del estudio de cada uno de
ellos: la meteorología trata de explicar el tiempo, en tanto que la
climatología se aboca al análisis del clima.
Después de todo esto, podemos decir
con conocimiento de causa que hablar del tiempo y clima no es un asunto trivial,
sobre todo ahora cuando la naturaleza, nos recuerda diariamente el deterioro
que le hemos hecho y el que continuamos haciéndole.