Por
José Llanos Arias
Algunos fenómenos
meteorológicos –como los huracanes- llegan a impactar significativamente la
vida cotidiana de la población cuando ocurren con extrema intensidad, incluso
han marcado historias locales y regionales. Recordemos algunos nombres que de
sólo oírlos nos refieren a verdaderos desastres como los recientes Katrina y
Willma en el 2005, Adrew (1992), Mitch (1998) y Gilbert (1988).
Pero, ¿quién ha sido el
responsable de que esos nombres hayan quedado satanizados en la memoria de
nuestros recuerdos? ¿Quién los selecciona y cómo lo hace?
Un poco de historia
Comencemos con un poco
de historia: en la época de la llegada de los españoles en la zona del Caribe y
en particular en Puerto Rico, los ciclones tropicales eran nombrados de acuerdo
al santo del día en el que afectaban alguna localidad. Por ejemplo, el “huracán
San Roque” que en 1508 devastó Puerto Rico, el "Huracán de Santa Ana"
que azotó también a Puerto Rico el 26 de julio de 1825, y "San
Felipe" que afecto en dos ocasiones a Puerto Rico: la primera, un 13 de
septiembre de 1876 y la segunda, un mismo trece de septiembre pero de 1928.
En la literatura
también se menciona que durante la II Guerra Mundial, los meteorólogos
militares asignaban números y no nombres a las tormentas tropicales, tal como,
“Huracán # 1”, “Huracán #2, etcétera. Durante un corto tiempo, el alfabeto
fonético militar se usó para asignar nombres cortos como Alfa, Bravo, Charlie,
etcétera, para facilitar la rapidez de las transmisiones
Ivan R. Tannehill en su
libro “Huracanes” narra que la primera vez que se utilizó un nombre de mujer
para referirse a un huracán fue a finales del siglo XIX, nominación que se le
atribuye al meteorólogo australiano Clement Wragge.
En 1953, los meteorólogos
estadounidenses adoptaron la costumbre de llamar a los ciclones con nombre de
mujer y para ello utilizaban el nombre de sus novias y esposas, ya que
afirmaban que los huracanes eran como las mujeres: volubles e
impredecibles. Sin embargo, al avanzar
el movimiento feminista, la protesta no se hizo esperar y en 1978 dio inicio el
proceso para agregar nombres masculinos alternados con los femeninos para
denominar a los huracanes del Pacífico Norte. Al año siguiente, la práctica
también fue acogida por los países de la cuenca del Atlántico y la lista se
amplió para incluir nombres masculinos y femeninos.
Qué nombre le pondremos…
Hoy en día, los
ciclones tropicales una vez que alcanzan la categoría de tormenta tropical
(vientos máximos sostenidos iguales o mayores a 63 km/h) toman su nombre de una
relación elaborada por el Comité de Huracanes de la Organización Meteorológica
Mundial (OMM) -dependiente de la Organización de las Naciones Unidas
(ONU)- dentro del Plan Operativo de
Huracanes de la Asociación Regional IV para América del Norte, Central y el
Caribe (ARIV).
Listas de nombres que se reciclan cada seis años
Esta relación consiste
en seis listas, una para cada año, donde se alternan 21 nombres propios de
mujeres y hombres en español, inglés y francés, que son los idiomas que se
hablan en los países que generalmente son afectados por estos sistemas y que,
por cierto, no se traducen. Un año, la lista inicia con un nombre masculino y
al siguiente, con uno femenino. La regla para su selección consiste en nombres
cortos, distintivos y fáciles de aprender, de manera que los meteorólogos y
comunicadores los usen con claridad en los
boletines informativos en todos los países de la región. Para ambos
océanos las listas correspondientes
al año 2013 se volverán a utilizar en 2019
Es de señalar que cualquiera de los miembros del Comité de
Huracanes de la OMM puede solicitar suprimir el nombre de huracanes que hayan
ocasionado consecuencias, especialmente funestas para la población. Entonces se
establece que estos nombres no podrán “ser usados por lo menos durante 10 años,
lo anterior para facilitar las referencias históricas, acciones legales,
actividades de reclamaciones de seguros, así como para evitar las confusiones del público con otra tormenta del mismo
nombre”. Si el nombre es retirado, se selecciona otro del mismo género en
inglés, español o francés.
En este sentido, algunos nombres que se han retirado
son los siguientes: en el caso del Pacífico se retiró Ismael (1995); Pauline
(1997), Kenna (2002), Alma (2008), Manuel (2013) y Odile (2014). En el
Atlántico, Janet (1955), Inez (1966), Beulah (1967), Carmen (1974), Anita (1977),
Allen (1980), Gilbert (1988), Diana (1990), Opal y Roxanne (1995), Mitch (1998),
Keith (2000), Isidore (2002), Stan y
Wilma (2005) e Ingrid (2013).
Asimismo, en caso de que el número de tormentas
supere a los nombres previstos, se usará el alfabeto griego (Alfa, Beta,
Gamma,…) para denominarlos, tal como ocurrió en el año 2005 que se utilizó
hasta la “zeta”.
Para conocer la “programación” nominal de los
futuros eventos se incluyen las relaciones de los nombres correspondientes a ambos
océanos. Es importante mencionar que las listas no constituye un pronóstico, únicamente
corresponden a los nombres que se utilizarán en el año específico.
En la tabla correspondiente al Pacífico, se puede
apreciar que los nombres, a partir de la letra X, se repiten en las listas de
manera alternada, debido a la baja probabilidad que existe de que sean
utilizadas las letras de la X a la Z.