NOTA
INFORMATIVA SOBRE CAMBIO CLIMÁTICO
El
papel del suelo y, más precisamente, de las cavidades subterráneas
que se forman en determinados lugares con sustrato calizo, como las
zonas áridas, podría resultar decisivo para el cambio global: según
investigaciones llevadas a cabo por la Estación Experimental de
Zonas Áridas del CSIC, una parte significativa del CO2 atmosférico
podría estar confinado en almacenes subterráneos. La alteración de
estos suelos podría repercutir significativamente en la cantidad de
CO2 emitido a la atmósfera. Los científicos llevan años estudiando
los procesos ligados al carbono con el fin de conocer los sumideros y
fuentes de CO2, cuya acumulación en la atmósfera es una de las
razones del calentamiento de la Tierra. Los estudios tratan de
explicar por qué el incremento anual de la concentración de este
gas debido a la actividad humana parece ser la mitad del esperado, un
dato que no terminaba de cuadrar a la comunidad científica, que
busca con ahínco el sumidero perdido del CO2. Los resultados de este
y de otros trabajos ponen de relieve el papel fundamental de las
tierras áridas. Junto a océanos y zonas forestales, representan los
tres grandes ámbitos que es preciso explorar para comprender el
metabolismo del planeta. Hasta muy recientemente los esfuerzos se han
concentrado en océanos y zonas forestales, mientras que las regiones
áridas y semiáridas son las grandes desconocidas. Trabajos como el
desarrollado por el equipo de investigación del CSIC, hacen pensar
en estas zonas como un tercer bastión del planeta en la lucha contra
el cambio global. Lo primero que llama la atención en las zonas
áridas es la relevancia de los procesos abióticos (no biológicos)
en los que está envuelto el carbono. Es decir, que el carbono que
forma parte de las rocas (como por ejemplo la caliza), lejos de ser
un elemento estático e inmutable, participa activamente en varios
procesos geoquímicos y se moviliza en determinadas condiciones. Otro
hallazgo sorprendente ha sido constatar que parte del origen del
carbono del subsuelo es biológico. La compleja maraña que entrevera
procesos abióticos y bióticos (biológicos), en los que juega un
papel muy relevante el carbono, aún está por desenmascarar. De
manera resumida puede afirmarse que estos procesos generan CO2. Parte
del gas generado se emite a la atmósfera por ventilación (por
efecto del viento y cambios de presión atmosférica) y parte se
almacena, incluso en capas profundas a muchos metros, pues el CO2
desciende por gravedad. El tiempo que está almacenado se desconoce,
de ahí que cuando se emite se confunde con el que respiran los seres
vivos en superficie. Estos procesos se han detectado y medido gracias
al establecimiento de Torres de Correlación de Remolinos, unos
aparatos capaces de apreciar el intercambio neto de CO2 entre la
atmósfera y la superficie terrestre. La Estación Experimental de
Zonas Áridas dispone, en colaboración con grupos de las
Universidades de Granada y Almería, de tres estaciones de este tipo,
integradas en la red internacional FLUXNET, que cuenta con más de
500 torres de flujo repartidas por todo el mundo. El análisis de los
datos que se han ido tomando mediante este y otros procedimientos
empieza a revelar una serie de resultados interesantes, como el que
señalábamos sobre el almacenamiento de CO2. Estos hallazgos son
algunas de las piezas de un rompecabezas gigantesco que todavía hay
que encajar. Mientras los investigadores se encuentran en esa fase de
formular hipótesis y corroborar hechos, las torres continúan
recogiendo información. La degradación de las tierras áridas y la
importancia que están revelando tener estos ecosistemas en relación
con el calentamiento global hace necesario continuar investigando
sobre el balance del CO2 en estas tierras. http://blogs.20minutos.es
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