viernes, 6 de octubre de 2017

Artículo: Se culpa a la lluvia sin razón.- Las inundaciones urbanas y la medición de la lluvia.

Se culpa a la lluvia sin razón
(Las inundaciones urbanas y la medición de la lluvia)

Por José Llanos Arias

En los últimos años es común escuchar, leer o ver en las noticias que las ciudades sufren de inundaciones que pueden deberse a diversos factores, tales como el propio crecimiento urbano, la acumulación de basura, la falta de drenaje, el azolve del drenaje existente, el drenaje que en un principio se diseño sólo para llevar aguas residuales y ahora se utiliza para el desalojo de aguas pluviales y los asentamientos en zonas propensas a inundaciones o más vulnerables; situaciones que, en realidad, reflejan la ausencia de planeación urbana.
Sin embargo, la problemática de las inundaciones suele asociarse más a la lluvia que se registra en una zona, que a los factores antes mencionados. Como es el agua la que de manera directa ocasiona la afectación, sentimos y afirmamos que la inundación es ocasionada por las precipitaciones que cada año parecen ser más intensas.
Como se mencionó al principio, existen diversos factores que en determinado momento pueden magnificar las inundaciones en zonas urbanas, pero el día de hoy sólo vamos a analizar el factor precipitación y para ello empezaremos por explicar cómo se mide la lluvia.
La precipitación se registra mediante unos instrumentos que son denominados pluviómetros, los cuales son confeccionados de tal forma que la lectura de lluvia que se registra en milímetros (mm) sea equiparable con la cantidad de agua que se pudiera recolectar por cada metro cuadrado de terreno y en el entendido de que no se tuviera ninguna pérdida del líquido. Así, un milímetro de lluvia equivale a un litro de agua por cada metro cuadrado.
Ahora, consideremos lo siguiente: si se registra una lluvia de 50 mm en una casa, cuya azotea tenga una superficie de 100 metros cuadrados, teóricamente se podrían recolectar 5,000 litros; es decir, 5 metros cúbicos de agua. Esta agua generalmente escurre hacia la calle y es transportada superficialmente por gravedad por la vía asfaltada hacia la zona baja donde tenderá a acumularse.
Cuando el terreno es natural y con vegetación, una parte de la lluvia se infiltra y el escurrimiento puede tornarse más lento, lo que favorece una disminución de la cantidad de agua acumulada por segundo, pero si la mancha urbana y la infraestructura pavimentada crece, prácticamente puede considerarse que la lluvia registrada escurrirá en su totalidad y casi de manera inmediata aguas abajo, donde se acumulará en mayor medida y en menor tiempo.
Como podremos deducir fácilmente, si los asentamientos urbanos continúan creciendo –crecimiento que generalmente se da la parte baja hacia la alta- y sin las medidas adecuadas para desalojar el agua de lluvia, seguramente no será necesario que se registren lluvias más copiosas para tener afectaciones, lo que es peor: con valores menores de lluvia podrán generarse mayores afectaciones.
A todo lo anterior, se debe agregar que la precipitación es uno de los fenómenos meteorológicos que presenta una mayor variabilidad tanto en espacio como en tiempo, esto es: la magnitud o cantidad de lluvia no es homogénea para una misma zona, lo anterior debido a la dinámica de la atmósfera y por efectos orográficos. En muchas ciudades esta característica ya es muy perceptible, especialmente cuando en un recorrido dentro de nuestra ciudad podemos observar zonas donde se registra un fuerte aguacero, otra donde se tiene lluvia ligera y otra más donde ni si quiera llueve, a este tipo de fenómeno se le ha denominado islas de precipitación.
Así pues, el agua de lluvia también reclama su espacio, por lo que en los desarrollos urbanos se deberá poner más énfasis en este aspecto y en especial en aquellas zonas donde el cambio climático augura una abundancia de precipitaciones.
En este sentido, algunos ingenieros hidráulicos proponen que las ciudades cuenten con zonas naturales de inundación; es decir, de almacenamiento momentáneo de agua de lluvia. También proponen que, en nuestros propios hogares, se consideren áreas de almacenamiento y otros más sugieren el diseño de superficies combinadas donde no exista una total impermeabilización para favorecer la infiltración.
Pero ante todas las posibles soluciones que se nos puedan ocurrir para mitigar los daños ocasionados por la lluvia u otros fenómenos meteorológicos, lo cierto es que, cada día, nos estamos volviendo más vulnerables por no respetar la naturaleza que, tarde o temprano, nos cobrará la factura.

*Fotos tomadas de Internet